"El término arte urbano funciona como un cajón de sastre que reune corrientes de actuación muy diferentes en origen, forma e intención. Desde el juego competitivo y sectario del graffiti hasta formas de arte abiertas al público general [...].
El punto común de estas diferentes corrientes se encuentra en que ocurren en el espacio público y por iniciativa exclusiva del artista, sin el control de ninguna institución. La adopción de esta metodología supone ventajas e inconvenientes: por un lado implica renunciar a los presupuestos del arte público y a operar en la ilegalidad, que conlleva persecución y precariedad. Pero, por otro, permite actuar de forma inmediata, sin esperas burocráticas, y contar lo que se quiera, sin filtros ni censuras."
Javier Abarca
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